El estrés es una reacción tensionante del organismo ante una situación que puede resultar frustrante, irritante o amenazante. Es una respuesta natural de los individuos a las presiones sufridas en el día a día.
De acuerdo a su duración, el estrés se clasifica en: estrés agudo o de corto plazo y estrés crónico o de largo plazo. El estrés agudo es el más común y puede presentarse en cualquier momento de la vida por un corto tiempo. Es causado por situaciones exigentes o presiones cotidianas como exámenes académicos, problemas de pareja o una simple congestión en el tráfico. Provoca excitación, ansiedad, enojo, susceptibilidad y depresión. Este tipo de estrés puede llegar a alterar la anatomía cerebral en corto tiempo.
El estrés crónico es frecuente y constante. Es causado por experiencias traumáticas o situaciones dolorosas que perduran por mucho tiempo, llevando al paciente a sentirse destruido, agotado, deprimido, sin esperanzas y, en algunos casos, hasta sin ganas de vivir. Produce trastornos emocionales, crisis nerviosas y alteraciones progresivas que afectan durante un tiempo prolongado todos los aspectos de la vida del paciente.
El estrés causa:
- Cambios físicos: migrañas, dolores de cabeza, tensiones musculares, malestar estomacal como síndrome de colon irritable, estreñimiento, diarrea, acidez-, aumento en presión sanguínea y ritmo cardiaco, transpiración, mareos, insomnio, fatiga, dificultad para respirar, vértigo, entre otros.
- Cambios emocionales: ansiedad, depresión, miedo, intranquilidad, preocupación, confusiones, cambios en el estado de ánimo, pensamientos autodestructivos, etc.
- Cambios en conducta: violencia, consumo excesivo de alcohol, cigarrillo y drogas, risa nerviosa, inseguridad, dificultad para concentrarse, olvidos, etc.
La doctora Majjul recomienda acudir al especialista, en cualquier caso, por simple que parezca, para recibir el tratamiento adecuado que permita reducir el grado de estrés y controlar todos los síntomas.